Esto sería una peligrosa amenaza para la libertad, y evitaré que llegue a Estados Unidos”

“Una moneda así le daría al gobierno federal control absoluto sobre tu dinero”

"Como su presidente, nunca permitiré la creación de una moneda digital de un banco central"

Con estas palabras, Donald Trump dejó clara su oposición a las monedas digitales en 2024.

Un año más tarde, el 20 de enero de 2025, regresó a la presidencia, y apenas tres días después cumplió su promesa con la firma de una orden ejecutiva titulada: “Fortalecimiento del liderazgo estadounidense en tecnología financiera digital.”

La medida prohíbe a todas las agencias federales desarrollar, emitir o promover una moneda digital del banco central (CBDC, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos.

Sin embargo, mientras Estados Unidos cierra la puerta a las CBDC, el resto del mundo parece avanzar en sentido contrario. Según el Atlantic Council, en septiembre de 2024, 134 países y uniones monetarias (que representan el 98 % del PIB global) estaban explorando activamente el desarrollo de monedas digitales. Como ejemplo, China, país que ya ha puesto en circulación el e-CNY (yuan digital), o el Banco Central Europeo, que se encuentra en una fase avanzada de preparación para su propia moneda digital.

Ante este panorama, la pregunta es inevitable: ¿Está Estados Unidos defendiendo la libertad monetaria o quedándose al margen del futuro financiero global? ¿Cuáles son los riesgos reales que ve Estados Unidos que le llevan desconfiar de un sistema que promete ser el futuro?

Para el actual presidente estadounidense, la clave está en la libertad individual y el miedo de un control gubernamental excesivo. Su posición, respaldada por varios sectores del Partido Republicano, se basa en que una moneda digital emitida por el banco central permitiría al Estado rastrear todas las transacciones financieras de los ciudadanos, acabando con la privacidad que el uso del efectivo aún ofrece.

"Una CBDC podría ser usada para vigilar, restringir e incluso congelar los fondos de los ciudadanos por motivos ideológicos o políticos", llegó a afirmar en campaña, tomando comoreferencia casos como el de Canadá en 2022, donde el gobierno congeló cuentas bancarias de manifestantes contrarios a las restricciones por la pandemia. Aunque en ese caso no se utilizó una moneda digital, sino el sistema financiero tradicional bajo el amparo de la Ley de

Emergencias, el episodio se ha convertido en un ejemplo simbólico, citado frecuentemente por críticos de las CBDCs para ilustrar los peligros de un control centralizado del dinero.

“Si un gobierno ya puede congelar tus cuentas en el sistema actual, imagina lo que podría hacer si el dinero estuviera totalmente digitalizado y bajo control directo del banco central.”

En este contexto, la oposición no es solo económica o tecnológica, sino profundamente ideológica: se teme que un sistema así se convierta en una herramienta de censura financiera. Además, sus críticos advierten que se pondría en peligro el sistema bancario tradicional: si los ciudadanos pudieran depositar directamente su dinero en el banco central, los bancos comerciales perderían su papel de intermediarios, lo que, desestabilizaría el sistema financiero actual y llevaría a una mayor concentración de poder en manos del gobierno federal. Sin embargo, con esta decisión, Estados Unidos podría estar asumiendo un alto riesgo, perder la capacidad de influencia en el diseño del nuevo sistema financiero global. Podríamos estar viendo una polarización cada vez más evidente entre quienes apuestan por la eficiencia del control digital y quienes temen que, en nombre de esa eficiencia, se sacrifiquen libertades fundamentales.

 

Fuentes empleadas: