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El Consumo
En las últimas décadas, el consumo ha dejado de ser un mero intercambio económico y se ha transformado en un fenómeno social, conductual, cultural y psicológicamente complejo; potenciado por los avances tecnológicos, el papel de las redes sociales y los métodos de pago digitales. Estos factores están generando patrones de consumo cada vez más impulsivos, despersonalizados y difíciles de controlar, lo que está afectando no sólo a los hábitos financieros individuales sino también a la misma estructura de las sociedad.
El consumo como fenómeno social
El consumo acarrea consecuencias que trascienden la esfera individual. Aunque constituye un espacio donde el consumidor puede ejercer cierta soberanía, también está condicionado por factores estructurales como la publicidad masiva, los modelos de éxito social o la atracción hedonista de la adquisición de bienes. Para autores como Reisch, el consumo funciona como un mecanismo simbólico que permite a las personas construir su identidad, status social y autoimagen.
Hoy, este sistema se ha visto ampliado por las redes sociales y por las tecnologías digitales. Las plataformas como Instagram, YouTube o Facebook no solo muestran productos, sino también estilos de vida completos que los usuarios aspiran a imitar. Nos encontramos ante un entorno saturado de publicidad personalizada que utiliza algoritmos para identificar deseos y debilidades de cada individuo y ofrecerle un contenido concreto a su perfil.
En este marco, los jóvenes, son particularmente vulnerables a estos patrones de consumo. Son susceptibles a los fenómenos de grupo, a las modas y a la presión social, aspectos que convierten al consumo en un rito de pertenencia. Sin embargo, aunque los jóvenes; quienes por sus hábitos de consumo, su presencia constante en las redes sociales y su exposición a la publicidad digital; se han convertido en el segmento que más consume, todos los grupos de la sociedad están expuestos a estas dinámicas de sobreconsumo impulsivo facilitadas por la tecnología y los pagos digitales.
Los pagos digitales como catalizadores del consumo impulsivo
El crecimiento de los pagos digitales ha acelerado estos procesos de consumo descontrolado. Como apunta Anwiti Singh en Cashmatters, la inmediatez que ofrecen sistemas como UPI (popular interfaz de pagos unificados en la India), las tarjetas de crédito y las plataformas de “compre ahora, pague después” han eliminado las barreras psicológicas tradicionales del gasto. Simplemente deslizar una tarjeta o presionar un botón en el móvil permite realizar compras sin sentir el “dolor de pagar”, un fenómeno ampliamente estudiado por los economistas conductuales.
El dinero en efectivo, en cambio, implica un contacto físico con el recurso económico. Contar billetes, entregar dinero en efectivo y ver cómo disminuye una cantidad tangible de dinero, implica el empleo de mecanismos de autocontrol y reflexión a la hora de consumir. Este proceso de conciencia suele reducir el gasto impulsivo, tal como experimentó la propia Singh al volver a utilizar efectivo en sus compras cotidianas.
Esta diferencia es crucial: cuando el acto de gastar se convierte en una acción automatizada y carente de fricción, el consumo emocional y compulsivo se incrementa, y es favorecido por las técnicas de marketing digital que continuamente instan al deseo inmediato.
El riesgo de exclusión y vulnerabilidad en un sistema digitalizado
Más allá del autocontrol individual, la desaparición del efectivo también tiene implicaciones sociales. Muchos adultos mayores o ancianos, personas de bajos ingresos o sin acceso a la banca tradicional quedan excluidos de un sistema económico que cada vez se vuelve más digital. Estos grupos de ciudadanos no solo tienen menos acceso a la tecnología, sino que, además son más vulnerables a fraudes, estafas y ciberataques que afectan particularmente a personas mayores, cuya capacidad de reacción y defensa frente a estos delitos es limitada.
La infraestructura digital de pagos depende de redes eléctricas, telecomunicaciones y sistemas informáticos que no son infalibles y están expuestos a fallos por desastres naturales o ataques cibernéticos. En este sentido, el efectivo sigue siendo un refugio de seguridad, de privacidad y de autonomía económica.
¿Consumidores libres?
Vivimos en un contexto donde las innovaciones tecnológicas, los algoritmos de personalización y las estrategias publicitarias segmentadas han configurado un entorno que favorece decisiones de consumo cada vez menos reflexivas. A pesar de que los consumidores mantienen cierta capacidad de elección, un amplio porcentaje de las decisiones de compra no son racionales, sino emocionales, favorecidas por un ecosistema cuidadosamente diseñado para estimular reacciones automáticas y satisfacer deseos que se producen de inmediato.
El dinero en efectivo no es un simple formato de pago, sino una pieza clave de la maquinaria para combatir al consumo cada vez más compulsivo. Al suprimir el elemento material de los billetes y monedas por los pagos electrónicos, paradójicamente, limitan la capacidad del individuo para ejercer un control consciente y deliberado sobre las propias decisiones financieras que está ejerciendo.
Conclusiones
La situación actual del consumo digital exige una reflexión colectiva profunda. No nos encontramos únicamente ante problemas financieros a nivel individual, sino que estamos ante un nuevo fenómeno con implicaciones éticas, sociales y económicas. Las nuevas formas de pago a través de la digitalización, la llegada de las redes sociales y de la publicidad personal, entre otras cosas, está dando lugar a un ecosistema que fomenta la impulsividad, el abuso en el endeudamiento y la pérdida del control sobre los propios hábitos de compra. Por lo tanto, es necesario recuperar espacios de control consciente; debemos incentivar la educación financiera desde las primeras edades; debemos mantener aquello que representa el dinero en efectivo como una herramienta para tener un mejor autocontrol; y, finalmente, debemos defender políticas públicas que limiten la práctica invasiva de la publicidad y que al mismo tiempo fomenten un consumo informado, sostenible y responsable.
BIBLIOGRAFÍA:
Bianchi, E. C., Carmelé, B., Tubaro, D., & Bruno, J. M. CONCIENCIA Y ACCIONES DE CONSUMO RESPONSABLE EN LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS1 AWARENESS AND RESPONSIBLE CONSUMPTION IN UNIVERSITY YOUTHS.
https://www.academia.edu/download/88926325/190.pdf
Cash Offers an Escape from the Overconsumption Cycle. (s. f.). Cash Matters.
https://www.cashmatters.org/blog/cash-offers-an-escape-from-the-overconsumption-cycle
https://www.nytimes.com/2024/12/07/health/elderly-cash-electronic-payments.html?smid=nytcore-ios-share&referringSource=articleShare