Denaria in the media

The debate on cash protection erupts in Germany

El pasado 28 de abril, y durante muchas horas, los ciudadanos españoles y portugueses sin efectivo en la cartera tuvieron muchas dificultades para pagar en los comercios, en medio de un apagón eléctrico cuyo fin era incierto entonces para todos. Un ejemplo que sirve para poner de manifiesto la utilidad del dinero en metálico, en medio del crecimiento de los medios de pago digitales, dependientes de las redes y, en muchos casos, de los sistemas electrónicos de pago diseñados por grandes multinacionales norteamericanas.

Lo que hasta ahora ha sido considerado un derecho –pa gar en efectivo o sacarlo de un cajero automático– se ha con vertido en una quimera para muchos europeos, quienes asisten a la eliminación de oficinas bancarias. Sobre todo, en zonas rurales o menos pobladas que las grandes ciudades, donde en algunos puntos ni siquiera existen ya puntos de retirada.

Aquí se encuentra la primera paradoja de la situación: el Banco Central Europeo (BCE) continúa aumentando la emisión de euros en efectivo, a pesar de que su uso ha caído del 79% al 52% en la úl tima década. ¿Dónde va este dinero? “Al ahorro y almacenamiento, que supone hasta el 50% de las emisiones, frente al 22% que se utiliza para pagar”, explican fuentes de la institución a EXPANSIÓN y otros medios españoles desplazados a Fráncfort para conocer las causas –y las consecuencias– de un fenómeno que se ha convertido ya en un problema para muchos. Desde el Banco Central Europeo reconocen su deber de “adaptarse a las necesidades de cada país para garantizar tanto el acceso de los depósitos como al efectivo”. Sin embargo, la realidad es que deben respetar la legislación de cada estado.

En algunos, como son los de Suecia o Finlandia, la tendencia ha llevado a la práctica desaparición del dinero en metálico, algo que ahora bus can corregir imponiendo obligaciones para garantizar su distribución; en otros, como España, el límite de 1.000 euros impuesto para pagar en comercios y otros negocios con cash se ha convertido en un verdadero desincentivo para utilizar el dinero en efectivo.

A pesar de ello, dos de cada tres ciudadanos de la eurozona reconocen utilizar o estar interesados en el metálico, lo que pone en evidencia que, al menos en este caso, las políticas adoptadas para aumentar el control fiscal se han convertido en una traba para la libertad de los contribuyentes.

https://trello.com/1/cards/686ba237f776d21c1fdd177f/attachments/686ba7cbd2f14327860b8fd5/download/image.png

El caso alemán

Durante mucho tiempo, Alemania ha sido considerada una de las economías donde, a pesar de su tamaño y el peso de la industria y de la tecnología asociada, más se ha utilizado el dinero en efectivo para pagar en bares, restaurantes o comercios de todo tipo. Una opción preferida por los alemanes por la privacidad. “Incluso se pagaban los coches con billetes de 500 euros en los concesionarios”, relata una ciudadana alemana en Fráncfort durante la visita.

A día de hoy, la situación ha cambiado, si bien algunos establecimientos de hostelería siguen sin aceptar el pago con tarjeta.

El resultado es que el porcentaje de alemanes que reconocen pagar diariamente con efectivo ha pasado de ser un 82% del total en 2011 a apenas un 51% en 2023, según los datos del Bundesbank. Ello, mientras el acceso al dinero en metálico es percibido como “más complicado” que en 2021 y su aceptación de crece año a año.

Las dificultades para acceder al dinero en efectivo, como ocurre en España, son mayores en las áreas rurales del país. 4.781 localidades alemanas –el 43,5% del total– no cuentan con ningún tipo de infraestructura para sacar dinero, ya sea un cajero automático o una tienda con opción para la retirada de efectivo.

A pesar de ello, los ciudadanos alemanes se resisten a la eliminación forzosa del dinero en metálico. De media, llevan 100 euros en la cartera, y sólo un 4% no lleva nada de dinero encima.

Como explican fuentes de la autoridad bancaria alemana, entre las causas se encuentra “la anonimidad y la privacidad, que ha pasado de valorarse un 55% en 2021 a un 63% en 2023”, y también “la instantaneidad de no tener que estar revisando el móvil cada vez que tienen que afrontar un pago”.

Los datos dibujan una situación llamativa: a pesar de que los ciudadanos muestran interés en pagar con efectivo, las dificultades para acceder al metálico son cada vez mayores. Ello, a pesar de que se trata de un derecho reconocido y especialmente relevante en zonas rurales, donde la conectividad suele ser más reducida, o para los grupos de edad más avanzada.

Preguntados por esta cuestión, desde el Bundesbank atribuyen la responsabilidad a las entidades bancarias, quienes en la práctica están encargadas de la distribución del efectivo. “Como institución, hacemos presión sobre ellas y planteamos y defendemos este punto de vista ante las instituciones europeas”, afirman, mientras se espera la aproba ción en Bruselas del Single Currency Package, un paque te de medidas para impulsar el uso de dinero en efectivo en el conjunto de la Unión Europea y establecer un marco para el lanzamiento del euro digital.

Seguro antiapagones

En línea con la tendencia alemana, los ciudadanos españoles también tienen cada vez más complicado acceder al efectivo. España es el país europeo que más oficinas bancarias ha cerrado desde 2008, según el último informede la Federación Europea de Banca (EBF).

Todo, a pesar de que el dinero en metálico se ha demostrado imprescindible ante posibles crisis como un ciberataque, apagones eléctricos como el sufrido en España el pasado 28 de abril o eventuales fallos técnicos en los sistemas bancarios digitales. Además, España es el segundo país de la eurozona con peor percepción de acceso al dinero físico, sólo superado por Bélgica.

Además, al mismo tiempo las administraciones tributarias de diferentes países han venido restringiendo el uso del efectivo, mediante la imposición de límites a las compras en metálico bajo la premisa de aumentar el control sobre el fraude fiscal. En el caso de España, el Ministerio de Hacienda aprobó en el año 2021 un nuevo coto de 1.000 euros a los pagos en cash. Un límite que algunos expertos consideran “preocupante mente bajo”.

Por ello, valoran necesario contemplar la posibilidad de eliminar estos topes bajo de terminadas circunstancias, algo que comparten desde la plataforma de defensa del efectivo Denaria, desde donde recientemente han reclamado “la implantación urgente de un sistema nacional de efectivo que garantice su disponibilidad y funcionalidad como infraestructura crítica”, reforzando la red de cajeros y concienciando a la población de mantener reservas en metálico ante caídas del sistema.

Fuente: Expansión