Más de una década después de la revolución digital, la mayoría de los británicos todavía se sienten más cómodo pagando en efectivo o con tarjeta que con otros métodos digitales como el monedero electrónico. Además, solo una quinta parte afirma tener un nivel de confianza alto en estas nuevas herramientas. Estas son algunas de las conclusiones que revela un estudio de la compañía británica Transact Payments.

El 73% de los encuestados lleva dinero físico en su cartera, el 61,6% utiliza el cajero con cierta asiduidad todos los meses y el 32,5% visita regularmente una sucursal, aunque un 44,1% afirma que sólo acude a su entidad bancaria en caso de necesidad. Como se puede apreciar, los consumidores británicos todavía usan cajeros automáticos y sucursales bancarias con frecuencia, ya que los sienten como parte del tejido de la sociedad, aunque las oficinas físicas comienzan a observarse cada vez más como una red para emergencias, uso ocasional o seguridad para personas mayores o vulnerables. Según la Asociación Europea de Banca, el número de sucursales en el continente disminuyó a un ritmo más rápido en 2021 que en cualquier momento desde 2007, con unas 10.000 sucursales cerradas durante el transcurso del año. La EBF reclama que se han perdido 75.000 sucursales desde 2008.

Frente a los métodos tradicionales, el avance de la digitalización en los hábitos de pago es aún moderado. Sólo un tercio de los encuestados (34%), por ejemplo, utiliza actualmente los monederos electrónicos. Existen, sin embargo, importantes diferencias generacionales. Mientras que entre los más jóvenes (18 a 34 años) este porcentaje se eleva al 64,3%, en el grupo de edad que va desde los 54 a los 65 años es del 18,3%, y menor aún entre los mayores de 65 años. La mayoría de los usuarios optan por ApplePay o PayPal como su proveedor, siendo ApplePay la solución más popular entre los consumidores más jóvenes. Es significativo, no obstante, que a pesar del creciente uso de estas herramientas digitales todavía existen dudas sobre su fiabilidad. Sólo uno de cada cinco (20%) encuestado afirmó tener total o "un nivel muy alto" de confianza en las carteras digitales, mientras que el 34% afirmó tener poca o ninguna confianza en este método de pago.

El informe centra su atención también en la población de mayor edad ya que estos consumidores supondrán, en las próximas décadas, una parte importante de la población británica. En este contexto, los bancos, los comerciantes y los proveedores de servicios de pago deben prepararse para un futuro con una amplia gama de métodos de pago en el que el efectivo seguirá teniendo un papel muy relevante.

El estudio propone, por último, algunas estrategias o tendencias que marcaran los próximos años. Por un lado, la agrupación de las políticas de manejo de efectivo y gestión de cajeros automáticas entre varios proveedores, así como la subcontratación de estos servicios. Por otro la inversión continuada en tarjetas, plataformas y métodos de pago cada vez más capaces y seguros. Y, en general, la necesidad de seguir asegurando el uso y el acceso a los canales tradicionales de efectivo como eje fundamental de la sociedad. De hecho, en los últimos años países como Noruega, Suecia y el propios Reino Unido han regulado por ley el acceso a servicios de efectivo y cajeros automáticos y se espera que legislaciones similares se repitan en otros países europeos.