Suecia, considerada pionera a nivel mundial en la eliminación del efectivo, está tomando medidas legales para salvaguardar su papel en la sociedad. Los responsables políticos y el banco central han comprendido que el dinero físico es una herramienta vital para la inclusión social y la seguridad nacional.
En respuesta a la investigación sobre el efectivo del gobierno, el Banco Central Sueco (Riksbank) ha solicitado una legislación urgente para garantizar que todos puedan seguir pagando en efectivo.
El gobernador Erik Thedéen lo expresó claramente: «Las personas siempre deberían poder pagar alimentos, atención médica y medicamentos tanto digitalmente como en efectivo. La situación mundial cada vez más turbulenta, el aumento de los ciberataques y los importantes cortes de electricidad en el sur de Europa demuestran la importancia de poder realizar pagos incluso cuando no hay internet».
Según las nuevas propuestas, supermercados, farmacias, centros de salud, gasolineras y otros vendedores de bienes esenciales, así como quienes cobran tarifas públicas, estarán obligados a aceptar efectivo.
El Riksbank advierte que, sin estas obligaciones, el derecho a usar efectivo podría desaparecer para muchos, en particular para las personas mayores, los residentes rurales y quienes no tienen acceso a la banca digital.
El banco central también destaca que todos en Suecia deberían poder pagar y acceder a servicios públicos como la atención médica, los pasaportes y los documentos de identidad, independientemente de su acceso a herramientas digitales.
Esto demostró el papel esencial del efectivo como ecualizador social y salvaguarda. Cuando falla la electricidad o internet, el efectivo funciona. En tiempos de apagones, ciberataques o desastres naturales o provocados por el hombre, suele ser la única forma de comprar bienes o servicios esenciales.
También supone una poderosa respuesta a la narrativa dominante de que el progreso debe significar exclusivamente digital. El cambio de política de Suecia vuelve a centrar el efectivo no en algo obsoleto, sino en una infraestructura crítica, especialmente para quienes quedan fuera de la economía digital.
A medida que los países avanzan hacia sistemas sin efectivo, a menudo con escaso debate público, el cambio de rumbo de Suecia ofrece un momento excepcional para la reflexión: la inclusión y la resiliencia no se pueden lograr solo con la tecnología.
El Riksbank advierte que la infraestructura de efectivo de Suecia se ha vuelto peligrosamente frágil. Las reformas propuestas exigirían a los principales bancos que ofrezcan servicios de efectivo fiables, como depósitos diarios para empresas y depósitos en efectivo para particulares, para mantener el funcionamiento de la cadena de efectivo en todo el país.
El banco central enfatiza que es necesario adoptar medidas legislativas inmediatas para evitar que el efectivo se margine hasta el punto de que ya no sea utilizable para compras esenciales.
Esta medida también demuestra claramente que permitir una caída excesiva en el uso y la aceptación del efectivo puede generar una espiral descendente, donde el acceso se vuelve tan limitado que solo medidas drásticas pueden restablecer su disponibilidad.
La nueva dirección del país sirve de advertencia: si se permite que el efectivo desaparezca, el coste y la complejidad de recuperarlo son mucho mayores que mantenerlo inicialmente.
El renovado compromiso de Suecia con el efectivo es un recordatorio de que, en una era de creciente dependencia digital e incertidumbre, el efectivo sigue siendo un pilar fundamental tanto para la libertad como para la seguridad.
Fuente: Cash Matters