Denaria en los medios

Rupérez: "Debemos estar preocupados y ocupados por si Rusia se acerca mucho a las costas canarias"

El diplomático Javier Rupérez visitó el Archipiélago este jueves para participar en el Foro Canarias, donde fue protagonista de un acto que llevó por título Dinero físico, un derecho ciudadano. A lo largo de su dilatada trayectoria ha sido embajador de España en Estados Unidos, cónsul en ciudades clave como Chicago y miembro del Parlamento Español o el Europeo.

Quien también formó parte del Ministerio de Asuntos Exteriores concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona sobre los aranceles de Donald Trump, los movimientos migratorios o la situación geopolítica que rodea a Rusia en el continente africano.

[Pregunta] Si analizo mi entorno cercano, la mayoría de personas usa la cartera solo para llevar el DNI y el carnet de conducir. ¿Al salir de aquí debería llamarlos para convencerlos de que saquen efectivo?

[Respuesta] Nosotros en Denaria todos los años hacemos una encuesta precisamente para ver cómo está el efectivo. Llevamos cuatro años de existencia. Hay un 60% de encuestados que dice utilizarlo todos los días y un 70% dice que aunque no lo usa quiere que exista.

A pesar de todo, la tecnología ha ganado parte del terreno.

Es evidente que hay mucha gente que ni siquiera utiliza la tarjeta, sino incluso el reloj. Pero estamos a favor de la existencia y de la promoción del efectivo porque nos parece que era y sigue siendo un elemento central del funcionamiento de la economía.

La importancia del efectivo se demostró en eventos recientes como el apagón que sufrió la Península hace unas semanas e incluso también durante la Dana de Valencia. Además, desde Europa se ha recomendado incluirlo en un kit de emergencia ante una posible amenaza bélica.

En un momento determinado de crisis, el efectivo no es importante para la vida económica, es importante para la vida en general.

Durante años fue embajador de España en Estados Unidos. Tengo dudas sobre si Donald Trump prefiere cobrar los aranceles en cash o con datáfono, pero en cualquier caso, la situación se está tensando. Y, aunque parece haber una tregua, no está todo dicho.

La guerra comercial proviene de un presidente de los Estados Unidos que tiene una visión autocrática de su propia persona y función. Su idea del America First [América primero] no tiene ningún sentido político, económico o comercial. Tenemos una economía enormemente diversificada y globalizada donde cada país ha ido buscando sus propias especializaciones. Naturalmente unos y otros comparten con mayor o menor fluidez ese tipo de habilidades.

¿Usted cree?

Este tipo de planteamiento quiere acabar con esas habilidades, concentrarlo todo en los Estados Unidos y castigar a aquellos que están consumiendo parte de los productos estadounidenses. Esto trae consigo unas incertidumbres bursátiles brutales, las bolsas se han venido abajo. Al mismo tiempo se da una incertidumbre en los comportamientos de unos y otros, así como la comprobación de una tremenda incapacidad.

Entiendo que la situación es complicada.

No hacía falta declarar una guerra comercial para buscar acuerdos. No se pueden recomponer todas las estructuras industriales, comerciales y productivas de la noche a la mañana. A mí me parece una perfecta locura.

¿Cómo ve los movimientos en el Sahel? Marcados, en esencia, por la migración y la violencia. Sin ir más lejos, el pasado mes de marzo la BBC informaba de que es la región con más muertes por terrorismo de todo el mundo.

A mí me preocupa mucho manifestaciones que tienen que ver con la inmigración procedente de esa zona. Creo que hay una responsabilidad que deberíamos tener en cuenta por una parte en Europa, por otra parte en la OTAN y por otra parte en Naciones Unidas (ONU).

¿A qué se refiere?

En algún momento habrá que estimar qué podemos hacer precisamente de cara a esos países para evitar que la gente salga. Es un problema grave que ellos mismos tienen que considerar. Además, contemplo con preocupación que las relaciones entre Argelia y Marruecos están completamente rotas.

El contexto es muy amplio.

Por otra parte, me inquieta la presencia rusa en el Sahel. El mundo de Putin no está únicamente presente en Ucrania, sino también en algunos países africanos buscando una especie de proyección globalista relacionada con una presencia militar preocupante.

¿Tenemos que estar preocupados por si Rusia se acerca demasiado a las costas canarias?

Tenemos que estar preocupados y ocupados. Hay que calcular cuáles son los barcos rusos que se acercan a los puertos canarios, qué tipo de barcos son, qué tipo de intereses tienen. Hay una voluntad que cuenta con componentes militares y de inteligencia con un factor político muy grande: la clara voluntad de desestabilizar el mundo europeo. Tiene que ver con Canarias, la Península, Ceuta y Melilla.

¿Marruecos qué papel juega en todo esto? En ocasiones ha sido un país aliado, pero tampoco se pueden obviar las intenciones imperialistas que ha tenido a lo largo de la historia.

Tenemos relaciones complicadas. Hay que recordar que, por ejemplo, Ceuta y Melilla aparecen en los mapas marroquíes como sus posesiones. Segundo, las islas Canarias tienen un elemento de frontera con las aguas marroquíes y desde allí están intentando alterarla y buscando recursos que no son suyos, sino canarios.

En cierta manera, recuerda al caso del Sahara.

Debemos tener en cuenta que Marruecos se ha apoderado del Sáhara. Ese apoderamiento tuvo tempranamente una aprobación americana y la tiene también de España por razones absolutamente desconocidas. Cuando se produce la marcha verde, España lo que hace es recordar las normas de derecho internacional sobre el Sáhara.

Parece que ha dejado de ser así.

Nos hemos mantenido en esa línea hasta hace dos o tres años cuando Pedro Sánchez [presidente del Ejecutivo nacional], por razones desconocidas, decidió reconocerlo. Marruecos tiene permanentemente una visión compulsiva con respecto a España. Con Ceuta y Melilla, con las aguas territoriales canarias, con la misma migración...

¿Qué sintió al ver que EH Bildu llevaba en sus listas a exmiembros de ETA hace dos años?

Es un tema complicado porque mi secuestrador fue Arnaldo Otegui. Y contemplar en este momento que uno de los socios principales del Gobierno de España y de Pedro Sánchez es el partido presidido por un terrorista que me secuestró, naturalmente produce en mi interior una duda radical sobre cuál es el comportamiento del Ejecutivo central al respecto.

Parece ser el clásico elefante blanco en la habitación.

Los mismos partidos nacionales deberían tener en cuenta cómo es posible que esa formación tenga todavía una resonancia pública cuando claramente nunca ha hecho absolutamente nada que suponga una condena del terrorismo.

¿Cómo valora que el Gobierno de España llegue a acuerdos parlamentarios con EH Bildu?

La existencia del Gobierno español depende de fuerzas separatistas y terroristas que tienen como finalidad la destrucción de la unidad española. Este gobierno dejará de serlo cuando corresponda y cuando los españoles quieran, pero hay que tenerlo en cuenta porque nos afecta el punto de vista de la proyección internacional.

Europa vive una deriva extremista en países como Francia, Italia, Hungría… ¿España está cerca de vivir algo parecido?

Los tiempos cambian y hay responsabilidades políticas de unos y de otros. Tendríamos que preguntarnos por qué en determinadas circunstancias existen vínculos o respuestas favorables a grupos nacionalistas de derecha, de izquierda, de grupos posterroristas. Tenemos que preguntarnos también cuáles son las responsabilidades de los gobiernos que estaban antes y cómo ha evolucionado el comportamiento electoral para permitir que eso exista.

¿Cuáles son sus previsiones para el futuro?

Tenemos que seguir votando y reconociendo la diversidad de las opciones de unos y de otros, pero al mismo tiempo también esperar que las respuestas estén en el centro del espectro político. Mientras sigamos votando y las estructuras constitucionales básicas sigan funcionando tenemos razón para pensar que la democracia sigue estando bien. No soy catastrofista.

Fuente: Atlántico Hoy