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Tarragona instalará cajeros automáticos en 20 pueblos de menos de mil vecinos

La Diputación de Tarragona anunció la puesta en marcha de un plan para dotar de cajeros automáticos a una veintena de pueblos de menos de mil habitantes que se han quedado sin ninguna oficina.

Los cajeros están pensados especialmente para la gente mayor, con menos capacidad para desplazarse y dificultad para gestionar la banca digital. Uno de los objetivos de fondo del plan es frenar la despoblación y favorecer el equilibrio territorial. “Muchas personas se ven excluidas financieramente. Queremos evitar las desigualdades y garantizar los derechos de la ciudadanía con independencia del lugar donde vivan”, destaca Noemí Llauradó, presidenta de la Diputación de Tarragona. Los cajeros se empezarán a instalar a partir del año que viene con la mayor parte de la financiación del servicio a cargo del ente supramunicipal (67%) y el resto (33%) sobre el bolsillo de cada Ayuntamiento.

El coste anual máximo por cajero será de 18.000 euros, el servicio lo gestionará una entidad bancaria y cada Ayuntamiento como máximo deberá dedicar 500 euros al mes para poder disponer de cajero automático en su pueblo.

El plan, dotado de un presupuesto de 1,8 millones, ha despertado ya el interés de una treintena de municipios pequeños, la mayoría por ahora en la comarca del Priorat. Se trata de pueblos que después de la reestructuración bancaria se han quedado sin ninguna sucursal financiera.

Cuando se hayan recibido todas las peticiones, pasadas las próximas municipales, la Diputación activará un proceso de selección. Se dará prioridad a los pueblos más pequeños, sin ningún cajero, y se tendrá en cuenta el equilibrio territorial entre las diez comarcas repartidas entre el Camp de Tarragona, el Baix Penedès y las Terres de l’Ebre.

Los cajeros automáticos ofrecerán también la opción de pagar algunos impuestos y comprar entradas para espectáculos.

Cada Ayuntamiento deberá disponer de un espacio propio para poder instalar el cajero y hacerse cargo de su mantenimiento.

Fuente: La Vanguardia