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La última crisis bancaria y el futuro de la banca mediana

En España casi rozamos el billón de euros en depósitos bancarios, una cifra equivalente a dos tercios de todo el dinero en billetes emitido por el Banco Central Europeo. Si sumamos los créditos y los pagos menores como las transferencias o las domiciliaciones, el dinero bancario de España supera todo el euro físico emitido por Europa. Pero nuestra economía es tres veces menor que la alemana o la mitad de la francesa, lo que puede dar una idea de la enorme masa de dinero privado que se mueve en la zona euro. Los expertos sugieren que la proporcion entre dinero bancario y dinero físico es de un 90/10, aunque algunos señalan que los billetes y monedas de euro sólo representan un 3% de todo el dinero que circula en nuestro espacio económico.

Es tal el volumen de dinero que ha creado la banca, la tradicional junto con otros operadores financieros, que algunos economistas están ahora sugiriendo que la situación está empezando a descontrolarse, y citan como síntoma que la subida de tipos de interés es un instrumento cada vez más limitado para controlar la inflación. El tradicional grifo monetario de los bancos centrales empieza a dar señales de cierta impotencia, un escenario inédito para el que no parece haber manual de instrucciones. Y la reciente caida del Silicon Valley Bank añade aún más leña al fuego. El colapso de ese banco es el mayor desde la Gran Recesión de 2008, y ostenta el dudoso récord de haber provocado la mayor retirada de depósitos de la historia reciente de los Estados Unidos. Un funesto mérito que tenía el Washington Mutual en 2008 con una retirada de 16.700 millones de dólares, que parecen una broma al lado de los 42.000 millones que se esfumaron en diez horas en ese banco californiano.

Es normal poner el foco ahora en el rescate de ese banco y en cómo afectará este lío al sistema bancario internacional, pero merece la pena analizar algunos detalles de este nuevo capítulo de la fragilidad del sistema financiero. Su nombre da alguna pista, porque el problema del banco Silicon Valley surge por un exceso de liquidez proveniente de depósitos realizados por startups sobrefinanciadas. En el año 2021, todavía en pandemia, los depósitos en este banco se doblaron hasta los 189.000 millones dólares en un sólo año. Pero la mitad de ese dinero fue colocado en bonos y otros derivados financieros cuya rentabilidad se ha hundido por la subida de los tipos de interés, en vez de usarse en créditos destinados a actividades productivas en la economía real. Ahora las empresas más innovadoras del planeta han descubierto que dependen de algo tan antiguo como un banco, están comprobando en su propias carnes los problemas de diseño de la revolucion digital.

Una simple subida del tipo de interés aplicado al dinero ha sido la puntilla del espejismo tech de la pandemia, incluso para las empresas de criptomonedas que, más allá de su profunda crisis de confianza y de valoración de sus activos, ahora se evidencia que ni eran tan descentralizadas como prometían, ni tan virtuales como se vendían. Uno de sus mayores operadores, Circle, ha reconocido que tiene atrapados más de 3.300 millones dólares en depositos en este banco. Es una justicia poética que todos esos inversores que jaleaban las cripto como una alternativa al dinero fiat de los bancos centrales, ahora suspiren por un rescate de la Reserva Federal y el gobierno norteamericano que les devuelva el dinero que confiaron al banco comercial que les pillaba más a mano.

El actual sistema monetario y bancario fue diseñado para la era industrial, en absoluto para la economía digital, y cada vez resultan más evidentes sus limitaciones por una financiarizaciòn de la economía y su digitalización que tensiona los sistemas productivos y monetarios, sin nuevas políticas y herramientas más eficaces que las tradicionales. Habrá tiempo para saber más de los problemas internos de este banco que le han empujado al abismo, pero ya se puede confirmar que el exceso de dinero barato desde la década de los años 70 del siglo pasado, y muy especialmente desde la crisis financiera del 2008, ha creado un peligroso espejismo. Una despreocupada alegría en la creacion de dinero privado por los bancos, alentada por bancos centrales indiferentes ante el declive de su propio dinero físico mientras han dopado al sector financiero con una barra libre de dinero digital público sin coste, junto con compras masivas de deuda corporativa y nacionalización de activos tóxicos, que han actuado como un prozac financiero que aliviaba sin resolver un problema más profundo.

La crisis del Silcon Valley Bank ha sido provocada por un exceso de liquidez combinado con un sistema fallido de control de riesgos, que cuestiona el actual modelo de regulación bancaria y pone el foco, de nuevo, en la sobrevaloración especulativa y/o el deficiente diseño de productos financieros ajenos a la economía real, como en su día ocurrió con la burbuja puntocom, después las subprime y últimamente los criptoactivos, nada nuevo bajo el sol. La novedad ahora es un movimiento inédito que ha anunciado la Reserva Federal, asegurando todo el dinero de los clientes de ese banco por encima del límite del fondo de garantía de depósitos, lo que da tranquilidad en el corto plazo pero plantea enormes dudas de futuro, ¿estamos en la antesala de un nuevo sistema de garantía pública ilimitada de las entidades bancarias con problemas de viabilidad?

Todavía muchos Estados mantienen una significativa participación accionarial en bancos rescatados en la última crisis de hace ya quince años. Y lo más grave es que nunca se extrajo una verdadera lección de la Gran Recesión del 2008; veremos si el colapso del banco Silicon Valley sirve ahora de aprendizaje, aunque tengo severas dudas al respecto. Más allá de las necesarias medidas de urgencia para tapar una hemorragia que puede salpicar a todo el sistema financiero, es necesario repensar el actual paradigma monetario, una formidable máquina de creación de dinero privado mediante una generación masiva de crédito/deuda cada vez más distante de la economía productiva, pero a ver quién es el valiente que le pone el cascabel al gato antes del próximo gran susto.

 

Gonzalo Suárez
Abogado